Las monas de Pascua se han convertido en una de las tradiciones más importantes ligadas a la Semana Santa, especialmente en todo el territorio levantino. Cada año se venden miles de estos postres que viene de muchos años atrás, y que ha ido evolucionando a la vez que la sociedad.
La Pascua y el origen de las monas
Para muchas personas, la Pascua representa el momento más importante del calendario cristiano, ya que la Resurrección de Cristo se establece como fiesta central. A partir de aquí se marcan el resto de las fechas, como la Cuaresma, que impone una serie de restricciones y abstinencias que se rompen al llegar el Domingo de Resurrección.
Y que mejor momento que este para acabar con el ayuno a base de dulces y postres. Si bien los elementos religiosos de estas fechas cada vez parecen más difusos, los encuentros familiares y las actividades sociales siguen siendo punto de unión para muchos ciudadanos que salen a las calles y parques a disfrutar de la primavera.
El origen de estos dulces no está completamente claro, pero todo indica que el nombre “mona” viene del término árabe ‘munna’. Esta palabra significa “provisión de la boca”, e indica un regalo que se hacía a los señores de parte de los sirvientes, como símbolo de esperanza y fertilidad.

Los mejores ingredientes para las monas de Pascua
El bollo principal de esta merienda está hecho con harina, huevo, aceite, azúcar y sal. Se trata de una elaboración que requiere paciencia al prepararla, pues debemos dejar reposar la masa durante más de una hora antes de cocerla. Termina siendo una textura similar al Roscón de Reyes, pero con particularidades propias.
Es importante destacar que el preparado original se lleva realizando desde el siglo XV, y no llevaba chocolate como podemos ver en algunas pastelerías hoy en día. De hecho, el cacao empezó a utilizarse a partir del siglo XVI a través del comercio con América, pero no consiguió una gran popularidad hasta hace poco.
En Artesanos El Boticario seguimos la receta tradicional que mantiene lo mejor de cada generación. Siempre utilizamos ingredientes naturales y de primera calidad, lo que confiere al brioche una textura esponjosa en su interior, con ese característico olor dulce y cítrico de la canela y el limón.
Para rematar las monas, se decoran con los conocidos huevos de Pascua pintados, además de otros elementos como virutas de anís o chocolate, fruta escarchada o decoraciones no comestibles. En la actualidad, también vemos pasteleros que sustituyen el huevo por alguna figura o personaje que adorne el centro del pastelito.
Costumbres y tradiciones asociadas a las monas de Pascua
Desde el inicio de esta práctica, era muy habitual que los padrinos o abuelos regalasen una mona de Pascua a sus ahijados o nietos hasta los doce años. A partir de esa edad, los niños se confirmaban y ya era menos común regalarles este postre.
Sabemos que los huevos, incluso este bollito, son parte importante de la Pascua en muchos lugares de Europa; ya que siempre se ha relacionado la llegada de la primavera con la fertilidad. Muchas de estas connotaciones son anteriores al cristianismo, pero la cultura popular y la religión han ido fundiéndose hasta dar fiestas comunes.
A día de hoy, muchas personas se reúnen en familia o con amigos para celebrar esta jornada, siendo las monas de Pascua la merienda principal. Acompañarla con dulces o salados es cuestión de gustos; pero no suelen faltar otros platos como la paella, el cordero, el conejo, el vino…
Seguro que leer estas líneas te ha abierto un poco el apetito y ya estás deseando que llegue el final de la Semana Santa para degustar las mejores monas de Pascua. Cada año es una forma fantástica de reunirse con nuestros allegados y celebrar la resurrección de Cristo o lo que prefiramos nosotros.